Hace rato, durante las abusivas secuencias de comerciales en los noticieros, caí sobre un programa de nombre Matutino. Uno de esos seudonoticieros que nomás se la pasan diciendo babosadas. Estaban pasando una nota aparecida en el periódico gratuito El Metro (¡por Dios ¿qué noticiero que se respete cita a El Metro?!) de un tipo que pone acentos en los anuncios de la Condesa y de la Roma en el D.F.
La intervención del individuo me parece muy lúdica. Pero me sorprendió que el conductor del noticiero se atreviera a decir que “como todos sabemos, la acentuación es la parte más difícil de la ortografía del español”. Me imagino que tú, y muchos más, que hayan escrito algo más allá de un SMS o un número telefónico en una servilleta del Vips, se habrán dado cuenta que la acentuación no es —y por mucho— la parte más difícil.
Para saber si una palabra se acentúa o no hay reglas clarísimas que nos dejan un margen mínimo de error. Para empezar nos dan gratis el acento en las más chingonas de todas las palabras: las esdrújulas. Todas se acentúan, qué maravilla. Y luego vienen las que terminan en ene, ese o vocal; sean graves o agudas está bien fácil —no voy a poner las reglas porque están en la RAE (si no sabes qué es la RAE, date un tiro)—. Concuerdo que los adverbios interrogativos o exclamativos (cómo, cuándo, dónde, etc.) pueden representar una dificultad al implicar una pregunta sin poner signos. Y que los múltiples usos de más/mas pueden ocasionar problemas, en realidad no tantos: más casi siempre lleva acento, de nuevo ahí está la RAE.
Los acentos son tan fáciles porque se distinguen luego luego al traducir lo oral al papel. A los de cerebro inferior, que no sepan distinguir las sílabas, les recomiendo el truco que nos enseñan en primaria de aplaudir: a-plau-dir. Concordarás conmigo que mucho más difícil que la acentuación son aquellas particularidades que no son obvias con tan solo la lengua oral. Ortográficamente las que más me cuestan trabajo son las consonantes homófonas y saber exactamente cómo usar las mayúsculas.
La ge, la jota y a veces la equis; la ce, la ese y la zeta; la be y la ve (en español son homófonas digan lo que digan); la hache y el no poner nada; y muy de vez en cuando la i y la ye. Claro, notoriamente las dos primeras son las difíciles, las bes, las haches y las íes son también bien papas. Por suerte estas faltas están por desaparecer de la lengua escrita por el corrector de Word, pero me ha tocado ver unas cuando se escribe a mano que ya te cuento. A mi me costó 3 años de prepa aprender a escribir necesito. Y a la fecha me cuesta escribir tarjeta, escoger, elegir, etcétera.
Las mayúsculas son difíciles porque tenemos la influencia de otras leguas, notoriamente el inglés. Ellos —y nos lo pasaron en el Word— le ponen mayúscula a cada palabra en un título; nosotros no. Los alemanes capitalizan cada pinche sustantivo. Y muchas veces se nos pegan las mayúsculas en algunos adjetivos derivados de nombres propios. No es raro encontrar escrito: “Yo hablo Inglés, Ruso, Zulú, Mongol, Chino, y otros veinte idiomas”. Por eso a los presumidos no hay que creerles un carajo.
Me imagino que también concordarás conmigo en que más difícil que la ortografía es la puntuación. Hay gente que se empeña a no poner puntos nunca y se echa párrafos de media página con puras comas. No se por qué pero se pusieron de moda las comillas, todo mundo “las usa” solo para resaltar la información, no para lo que realmente son. Y luego el dilema de si usar para los comentarios comas, rayas o paréntesis (nuevamente ver la RAE). Por cierto los guiones largos, excepto en los diálogos, siempre se cierran, no como en inglés que un punto sirve también de cierre para el comentario.
Pero si he de marcar la principal falta que tenemos los hispanos es que estamos llenos de muletillas. Por todos lados oímos y leemos una cantidad absurda de lo que es que son nomás para darle tiempo a nuestros cerebros más lentos que la lengua para poder meter el sustantivo. Y también parece que nos prohibieron el uso de la palabra porque. Casi siempre para indicar que viene una consecuencia está indudablemente el ya que. Para cerrar esta ronda viene el dequeísmo, que es menos notorio pero igual de presente. Creemos que poner la palabra que solita no funciona y tenemos que ponerle antes un de. P.Ej. Estoy seguro de que el español sería mejor si te aprendes lo que son las reglas de ortografía ya que seguro no vas a abrir un libro próximamente.
Ahora por último sólo me queda añadir que por lo general tenemos un léxico minúsculo y que abusamos de los anglicismos. Es muy peligroso pero nos lo hemos ganado, y por eso no estoy TAN en contra —siempre que no se exagere— porque así hablamos y si español ha de ceder terreno so be it. De todos modos mientras más rico sea nuestro léxico menos dependeremos de la fresada de hablar en inglés.
Los problemas más graves de nuestra hispanidad no son los acentos (cualquiera que no sea un simio los usa; es la diferencia entre un instrumento que lastima y la lástima que me dan). El pecado capital no son las faltas en sí, sino todos esos detalles (¡aquí vienen de nuevo a joder los detalles!) que empobrecen enormemente la lengua. Por suerte los que escriben, aunque sea un blog, tienen un entrenamiento bueno y sabrán de lo que hablo.
2 comentarios:
Jajaja, que cierto es eso. Me rei del sarcasmo de tu escrito. Que sucede cuando tienes nocion de los acentos mas no de la tecnologia y no sabes como hacer que los acentos de tu tablero se escriban correctos y no asì. Jaja Gracias!
GOS
Gracias GOS, lo más probable es que tu tablero esté configurado como tablero español porque ellos tienen tantos idiomas -catalán, vasco, gallego, etc.- que necesitan poner acentos graves y agudos. Trata de cambiar el teclado a Español(México) América Latina (o donde quiera que estés). Así tu acento quedará al lado de la P.
Esto lo haces en panel de control, Opciones regionales y de idioma, pestaña de idiomas; le das click al botón de detalles que está en el primer recuadro. Bueno esa es la ruta de mi computadora que trabaja con Windows XP.
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