viernes, 25 de marzo de 2011

Yesterday's torn dusk

Rheinfelden (Switzerland) 25.03.2011

I am one of those who still believe that those lines on the sky not only look fantastic, but also that they are not part of any pharmaceuticals’ conspiracy to spread toxics (thus disease) and force us to buy medicine. Even though I feel indeed sick today (mysteriously one day after those lines were notoriously more abundant) I still believe those artificial clouds are due to copious amount of hydrocarbons burned to fuel jets, which as a by-product of combustion emit water vapour.


I am not saying that flying is good for the landscape. Let’s be aware that whilst flying is one of the most carbon intensive ways of traveling, those lines on the sky—to my taste—look fantastic. Let’s remember as well that even the best-intentioned actions have an environmental impact, as analogously the worst of actions may bring something beautiful out of them.


Like the beautiful sunsets when Santiago is polluted.


Santiago (Chile) 13.09.2006



lunes, 21 de marzo de 2011

La Migración al lado Mac de la fuerza.

Llevo ya una semana con mi computadora nueva. Me ha servido para llevarme una probada de lo que Mac significa, en comparación con Windows: en una esquina: la manzana; en la otra, las ventanas. Para saber la opinión de quien escribe es preciso primero saber qué tipo de usuario es este quien escribe.

Siempre he sido un devoto de Windows, hasta que empezaron con sus prácticas monopólicas al querer cobrar por todo. Por eso casi todo el software que usaba era opensource, con la grandísima excepción de Microsoft Office, que por temas de compatibilidad es a mejor opción. Y nunca he sido devoto del software pirata.

También siempre he sido devoto de Toshiba. Me encantaban los detalles que le ponían a sus máquinas, el montón de amenidades que tenían, desde bocinas profesionales (Harman/Kardon) hasta un control remoto para las presentaciones de powerpoint. Todo eso hasta la última que compré. Donde el cuerpo de mi Satellite era de un plástico que bien podría haber sido sacado de una caja de chocokrispis, no tenía ni siquiera un regulador de volumen (había que hacerlo desde el programa o desde Windows) y lo peor de todo: un ventilador que una vez encendido nunca se apagaba y bufaba cual niño regordete (puede ser Héctor, el de la caída) después de clase de deportes.

Esos detalles de la chafa Toshiba no justifican tirarla a la basura, entonces ¿por qué demonios optar por desperdiciar más recursos preciosos en otra herramienta? La respuesta es simple: porque puedo. No, en realidad no soy tan tirano—aunque claro, de no haber podido pues me quedo con mi Toshiba y me chingo—. He oído por ahí una de esas frases que le hacen a uno fruncir el fundillo: “no escatimes cuando compres un colchón porque ahí pasaras una tercera parte de tu vida” ¡Helas! ¡Es pegado a mi máquina donde paso más de una tercera parte de mi vida! Más vale que sea algo donde este agusto.

Y agusto estoy. (Como esto es un post, y ya llevo media página trataré de ser breve con lo que sigue) Pero para ser imparcial hay que contar los pros y contras. Vale mencionar que como los cambios siempre son buenos, la migración de sistema operativo (SO) no puede ser considerado como un contra, es solo otra alternativa. Lo que sí se puede comparar son las características de cada SO.

Mac 10xs2365 OS (o como diablos quiera que se llame) está hecho para retrasados mentales. Es definitivamente mucho más amigable con el usuario. Pero eso también limita a los que ya le saben poquito más. Las opciones están mucho más estandarizadas a lo que me imagino “la mayoría prefiere”. A veces, cuando vienes de Windows, organizar archivos puede ser frustrante.

Tiene un mousepad muy grande y hace todas las monerías de Apple que hace p.ej. el iPhone. Como usar un pellizco para hacer zoom o diferentes monerías dependiendo de cuantos dedos uses. Sin embargo, para un usuario que usa el mouse con la derecha y solo tiene—prácticamente—el dedo anular (el meñique no sirve de nada), todas las funciones multidactiles pueden irse a mucho a la ching.. tiendita de la esquina.

Por otro lado, todo en una Mac es bonito. Las teclas están iluminadas por debajo con una elegante luz blanca; la pantalla tiene una resolución excelente, y ¡vamos! El cuerpo en sí es de admirarse: tiene solo tres piezas de aluminio: piso, cuerpo y pantalla ¡y ya!

Ahora, he de admitir que extraño mucho la tecla “supr” ¡no se puede borrar para adelante! Siempre hay que ir con las flechas y luego borrar con backspace. Eso sí: tampoco existe el molestísimo “insert”.

Lo que me desespera de sobremanera es que Mac ejerce un riguroso control sobre las aplicaciones que descargas por medio de su AppStore. Que he de admitir que como no necesito—entre otros—un programa que haga la gracia de pedorrearse, no necesito para nada su mentada appStore. Pero sí me siento un poco vigilado por el ojo omnividente de Mordor Steve Jobs.

Aquí termino diciendo que usar Mac no es más que otro proceso de adaptación, a final de cuentas es ir o con melón o con sandía, estamos hablando de computadoras, nada del otro mundo. Ya me he adaptado en el pasado a cosas—por mucho—más difíciles.

jueves, 10 de marzo de 2011

¡Maldición! me estoy convirtiendo en adulto

Cuando camino por la calle, o cuando no estoy haciendo algo en específico irremediablemente mi imaginación vuela, y por lo general lejos. Por supuesto el santo de mayor devoción de mi preciada imaginación son—siempre han sido y siempre serán—los superhéroes (y notoriamente los X-Men).

Recuerdo que durante una aburridísima clase en el Anglo se rieron de mí un par de compañeras (de cuyos nombres no quiero o no puedo acordarme) porque con la pluma señalaba objetos que en mi cabeza se levantaban del piso y guiados por mi pluma y poder mental, obedecían mi voluntad. Sin percibir sus miradas, yo pasaba un rato en el que mi telequinesis hacía bailar mesabancos; mientras que ellas veían a un loquito apuntando cosas con el bolígrafo. Después, no aguantaron más e hicieron notar lo risible de mi cuasi-autismo. Cierto, me puse tan rojo como los jitomates, pero sirvió para recordar aquella media hora con la que movía objetos con la mente.

Esta es mi fantasía diurna más recurrente, que curiosamente coincide con uno de los héroes (heroína) más poderosos jamás inventados: Jean “El Fénix” Grey (a manera de paréntesis quiero hacer tributo a la única parte de la cultura del Narco que me gusta: sus cómicos apodos y la forma de nombrarlos). Pero no es la única de mis fantasías. A continuación cito los 4—después del Fénix—más recurrentes, por orden.

Si han seguido este blog—espero que no, qué hueva—no les sorprenderán los siguientes puestos. En el segundo peldaño viene Rémy “Gambit” LeBeau ¿cuántas veces no he soñado en saltar de pared a pared y demás acrobacias? A eso le sumas ser un ladrón excepcional, y lo rematas con hacer explotar cosas. Fascinante. Quizás me atraiga aún más por mi falta de turrubiates nula capacidad para menir y/o robar.

Ya lo he dicho varias veces Wolverine (o “Logan”) es el X-Man que más se divierte y ser casi indestructible es de mis ilusiones más grandes. Poder estar en la azotea de un edificio y atreverme a lanzarme sin miedo porque aunque me rompa sanaré. O recuerdo un sinfín de ocasiones en las que caminando por la calle “sueño” que expulso garras y con la mente veo como corto semáforos, coches y demás imaginariamente desventuradas cosas que se me atraviesen.

Bobby “Iceman” Drake & una versión parecida a Pyro, el que controla el fuego. Esta dualidad me parece importante, entre absorber todo el calor de algo para congelarlo o condensar la energía cercana para crear fuego o bolas de energía. El fuego es claramente más destructivo, pero también es muy inferior en poder. Es muy interesante como se alternan estos dos imaginarios por periodos más o menos iguales. Pero más interesante aún, es por qué nunca se presentan al mismo tiempo. Dejo ese tema abierto para un futuro auto-análisis.

En último lugar—de los 5 primeros lugares—viene Aquaman nadando. No por su inutilísimo poder de hablar con los seres marinos; suficiente tengo ya con un pez beta para tener una buena verborrea de altura (o de las profundidades para seguir a tono). Sino por su capacidad de sumergirse y perderse en la inmensidad de los océanos. De encontrarse—si así lo desea—alejado de cualquier mortal por algún momento. Y mejor aún: irse nadando.

Al final queda la pregunta ¿Por qué mi eterna necesidad de vivir en fantasía? ¿Será que ahora el mundo no se me presenta tan difícil y por eso requiero cada vez menos fantasía? ¿O que he encontrado mis propias características que me hacen especial, mis propios y muy reales superpoderes? ¿O simplemente porque las neuronas se apendejan destruyen con la edad? ¡No! La última opción queda descartada. Sin embargo los remanentes de esta mente infantil se transforman y moldean mis fantasías. Pero no cabe duda, siempre será necesario mantener algo del Reino de La Torre de Marfil con nosotros para lograr ponerle forma a nuestros anhelos más grandes; aunque signifique que en vez de cortar semáforos se habrá de hacer explotar nuestras más sólidas murallas.