miércoles, 16 de noviembre de 2011

Rompecabezas

Hoy estoy de vuelta, al lubrique de las lágrimas saqué mi pieza para nuevamente llevarla a otro lado. Fueron días que me hicieron vivir tres mil emociones y revivir otras tantas, unas emociones apenas para mayores de 8 meses y otras tantas para mayores de 18 años. Regresé por 12 días para embonarme perfectamente a este rompecabezas que forman mi familia y mis amigos y amigas.

Me da gusto ver cómo en este rompecabezas cada pieza se va embonando con otra, cómo cada par y cada pieza suelta, a su vez se va integrando al paisaje. Me impresiona cómo se van juntando las piezas dentadas para dar un destello de la imagen de nuestras vidas. Me da gusto saber que dejo un hueco sobre la mesa, mi pieza un poco distanciada esperando que la imagen se complete poquito más para poder saber donde va nuevamente.

Pero me da más gusto saber que las piezas que quedan dibujan una imagen nítida que se va haciendo mejor y más grande conforme pasan los meses. Cómo se van añadiendo colores, caminos y nuevas piezas. Me da muchísimo orgullo ver cómo las piezas funcionan, cómo cada subconjunto se dirige a su rincón y sobretodo me impresionan los destellos del Picasso que estamos armando.

Hoy mi pieza la llevo a otro lado, donde no embona ni mejor ni peor, pero que sí embona con otras piezas que dibujan otro cuadro. Cada que entra la pieza se agarra con más fuerza, por eso cada vez cuesta más trabajo llevarla a 10,000 km de distancia. Me duele muchísimo tener que decir adiós y aunque sé que allá siempre habrá un par de brazos abiertos—los engranes de estas piezas—me toca ahora terminar de pulir mi pieza para finalmente decidir en qué mesa quiero que mi pedazo de cartón se quede.