jueves, 7 de marzo de 2013

Chávez, el dictador


Es cierto Puede que Chávez no haya sido el demonio que nos han querido pintar. Y que como todo en este Ying-Yang de la vida, tuvo buenas cosas. Como subir los sueldos de los más pobres (dándoles el beneficio de la duda). Pero hay signos inequívocos que este “presidente” más bien era un dictador.

El más grande: los siglos que duró en el poder. Claro dirán que lo logró con referéndums y no se cuántas artimañas más. Porfirio Días también se reeligió “democráticamente”. Sobretodo ahora, los mexicanos debemos saber que las elecciones pueden ser fácilmente compradas. En un país de pobres (como el nuestro) y con un flujo infinito de dinero del petróleo (como Venezuela), esos pobres se pueden comprar muy fácilmente con el equivalente a las tarjetas de Soriana, pero su equivalente en Bolívares.

Un gobierno de extrema izquierda es tan malo como uno de extrema derecha (bueno quizás no tan malo) pero tienen en común que limitan la libertad de expresión ¿No te acuerdas cuando Chávez de lo más déspota decidió no renovar el permiso de Radio Caracas Televisión? Eso, llámale como le quieras llamar es limitar la libertad de expresión. Otra característica dictatorial.

De ahí en más, lamento que haya muerto. Pero lamento más lo que le hizo a Venezuela. En un mundo ideal, si hubiera dejado el poder tras sus mandatos (y sin cambiar la constitución para poder reelegirse) habría pasado a la historia como un héroe. No lo hizo. Se convirtió en un dictador. Se reeligió indefinidamente dándole al pueblo pescados comprados con petróleo, pero no los enseñó a pescar.

Sí es cierto, su papel como “opositor”  de EE.UU. no es despreciable, pero tampoco 100% verídico. Claro, siempre que el dinero siguiera fluyendo, el sería el Lex Luthor de Súper América. Se me hace curioso que se le vea como el archienemigo de los gringos, pero nunca dejó de venderles petróleo. Ante sus seguidores se presentaba como el caballero anti-neoliberal pero por la espalda vende petróleo al por mayor para seguir financiando sus subsidios.

Lo que sí me temo es que normalmente el poder absoluto es como un péndulo. Estaba totalmente cargado hacia un lado. A ver si no ocurre (¡Zeus que me favorezca!) otro golpe de estado que lleve el péndulo al lado opuesto.