lunes, 28 de julio de 2008

Confirmación

Hace tiempo el niño de Martina me pidió que fuera su padrino de primera comunión. Por “me pidió” entiéndase que Martina me dijo a mí y luego cuando el morro me vio soltó un torrente de incomprensibles articulaciones orales. Cuando venció su miedo, salió de detrás de su madre y repitió la tormenta de sonidos. Lo exhorté a que se tranquilizara, a que vocalizara y que repitiera. Cabizbajo logró articular sonidos comprensibles. Ahora contesté yo mi respuesta fingiendo no saber a que se debía que me abordara con preguntas. Yo ya sabía lo que el niño (o los papas del niño) quería, pero al parecer él no. Es chistoso que me haya pedido apadrinarlo si ni siquiera se atreve a dirigirme la palabra.

La primera comunión transcurrió sin grandes inconvenientes. El mayor de ellos, claro, fue que al padrino le toca pagar la mayor parte de los gastos. Que aunque su condición económica es limitada, la de los sacerdotes y catequistas parece no serlo o no importarles. Todo lo del evento fueron alrededor de 1000 pesos, agradezco de esta forma el subsidio paternal con el que contaba.

Vuelvo a la ceremonia, la cual, repito, transcurrió sin inconvenientes. O los normales: una misa larguísima con todos los ritos paganos habituales como el transmitirnos fuego (adoración al Sol) y comenzar a comer el cuerpo de cristo (si eso no hace alusión al canibalismo, que me quemen en leña verde). El padre, como el grueso de la gente educada, hablaba con soltura, no sin las habituales muletillas del castellano: “lo que es”, el tipiquísimo “ya que” o terminar las frases con un “¿no?”, faltas que pueden soportarse.

Después de la misa fuimos a la casa de la mamá de Martina, es decir, la abuela de mi ahora ahijado. Tremenda satisfacción porque estaba a dos cuadras del templo. Hemos de recordar que Martina vive en la punta del cerro del cuatro (literalmente). Allí me alcanzó Cynthia, mi novia, que sin ella no sé que habría hecho. Ahora lo sé pero han de esperarse hasta el final del escrito si desean saberlo. En la casa se encontraban: los hermanos de mi ahijado, dos tíos, una tía, la mamá, el papá y la abuela.

El hermano de martina es todo un personaje. El señor emigró a EE.UU. siendo menor de edad, ahora tiene familia y hartos dólares. Se la pasaba diciendo que los ricos son malos y los pobres, buenos. Corrección, el señor decía: los humildes, buenos. No sé de dónde sacan que humildad es sinónimo de pobreza. Había muchas frases en las que Cynthia y yo solo nos mirábamos cómplices.

Nos convidaron a un pollo asado para comer. Claro, siguiendo su arcaica tradición de alimentar primero a los varones. Cynthia no lo notó y yo, al ser invitado, no me atrevía a contradecir sus usanzas. Así que cuando nos sentamos a la mesa le pedí a Cynthia que se levantara y que dejara comer a los hombres primero. Ella obediente se puso en pie, se excusó y… ¿A poco me creerían capaz de hacerlo? y a Cynthia capaz de obedecerme. Esa es una de las tradiciones que hemos de rechazar a base de puntapiés y si en algún momento estoy presente cuando se repita, olvidaré mis normas de civilidad y me levantaré de la mesa ¿Cómo puede haber sitios en donde coman las mujeres aparte? Si creían que solo ocurría en Kabul, Bagdad o Islamabad ¡estaban equivocados! las costumbres machistas aun existen y con gran fuerza en nuestro país ¡desechémoslas! Creo que ese será mi próximo ensayo.

Comimos y utilizamos la primera excusa para retirarnos. Cual sería mi sorpresa que no contentos con un solo padrinazgo, Jesús Alberto, con su cabeza gacha me reitera la invitación pero ahora para su confirmación. Yo estaba tranquilo, al cabo las confirmaciones no son sino hasta los dieciocho años, edad en la que estas seguro de tu fe. No, resulta que por ser niños de lento aprendizaje los empezarían a preparar (o adoctrinar) para que la confirmación se lleve a cabo el 26 de julio. Del 10 de mayo al 26 de julio: dos meses dieciséis días ¡dos meses dieciséis días! ¡Bendita unción! ¡Cristo Rey de Monterrey!

El plazo se cumplió y nuevamente el mayor inconveniente fueron los gastos que implica. Agradezco de nuevo al subsidio maternal que ahora se apiadó de mi cartera. Digamos que mi minúsculo sueldo no alcanza para satisfacer las avariciosas expectativas de las abusivas catequistas. Tantos adjetivos son solo para mostrar mi inconformidad. Pinche gente, se aprovechan de la gente bajo la promesa del reino de los cielos. Mi primera comunión la hice con una biblia roja y una vela forrada en yute: “simpler the better”. Nada de andar forrando las biblias en poliéster blanco, con incrustaciones de bisutería y un listón para que nadie la abra. Para que la palabra de nuestro santísimo señor sea un adorno, y un adorno naco.

Después de soportar el calor y la encerrazón de una iglesia repleta, el Señor obispo le aceitó la frente, le dio su cachetada, y con esto recibió al Espíritu Santo. Al salir me convidaron a comer tamales, ahora a la casa de Martina. Solamente asistiríamos la familia directa y yo. La abuela del niño y su tía no irían porque no soportan al marido. Allá ellas. No es que Miguel sea santo de mi devoción, es más, todo lo contrario, pero me tiene muy sin cuidado que no nos acompañase una viejita y su hija cotorra que nomás se la pasan peleándose con quien pueden.

Ahora viene la parte interesante. Fuimos a la punta del cerro, esquivando a los baches, charcos, perros, cholos, piedras etc. Llegamos y estacioné el coche donde mejor se pudo. No sobre la calle de martina porque eso no puede llamarse calle. Son piedras salidas mezcladas con basura, la parte de suelo fértil que pudo haber contenido ya se ha ido gracias a la erosión causada por el agua que ahora es encausada por esa calle. La basura sigue ahí porque cada vez va llegando nueva. Se la lleva el agua y regresa como por arte de magia.

La casa en donde vive no va tan de acuerdo con las condiciones de la zona. Yo me hubiera imaginado un cuchitril inhabitable, pero no. Tampoco estoy afirmando que esté bonito, pero he conocido condiciones de pobreza mucho peores. El baño que es probablemente el espacio mas importante tiene agua corriente y drenaje, no despide olores inhumanos. Toda la obra huele a cal, pero es mucho menos desagradable el olor a hidróxido de calcio al de las heces fecales. Eso sí, cuentan con dos teles con sus respectivos DVDs.

Salir del cerro del cuatro. Esa sí es todo una experiencia. En donde me estacioné no había espacio suficiente para girar el coche, así que procedo en reversa. Dos cuadras sorteando los baches hasta que en una bajada, logro encaminar la cola y virar. Yo seguía mi instinto: el de bajar por donde se viera más bonito. A los pocos minutos me encontré con un oscuro charco. Aguas negras revueltas con tierra. Tenía dos partes, una llena de agua y otra más lodosa. La decisión fue difícil, entre el lado al que era imposible determinar la profundidad o el resbaloso lodo. Opté por el lodo. Mala opción. Todo ocurre en esos instantes: Tengo la cabeza fija en no dejar de acelerar pero no acelerar mucho, lento pero constante. A momentos el coche tiende hacia uno de los dos lados, sendos a cual más de peligrosos. Avanzaba lento pero avanzaba. El obstáculo final se acerca, una pequeña subida en el charco, una especie de machuelo. Obstinado en no dejar de acelerar continúo mi rumbo, me acerco a la subida, cada vez más, parece que lo voy a lograr, un poco más, estoy a punto. El coche se comienza a desacelerar, cada vez más. Se detiene. Comienza el descenso, ahora voy para atrás. Trato de acelerar más pero las llantas patinan. Todo fue inútil, me quedé atascado en el Cerro del cuatro.

Está cercano el ocaso, sé que ese barrio no es uno por el que se desee deambular de noche. Se empieza a juntar una pequeña multitud. Las mujeres divertidas se asoman y comentan mi desgracia. Los hombres parecen decididos a no dejarme escapar. Uno de ellos me dirige la palabra “era por acá” señalando el lado del charco cubierto por el agua. Información que llegaba demasiado tarde, la catástrofe había sucedido. Cada persona que se acercaba daba instrucciones diferentes, yo, desesperado obedezco las instrucciones, un tanto para no provocar la ira de los individuos y otro tanto para salir mi debacle. Salí de mi vehiculo, incluso le sugerí a uno de los cholos que manejara mi coche, con el riesgo de que huyese, pero para mostrar mi interés en salir de tan embarazosa situación. Afortunadamente rechazó mi oferta.

A los pocos minutos se acercaba un hombre de mayor edad, parecía ejercer cierto respeto ante los demás. Servicial, a pesar de su pinta de maleante, ofreció ayudarme “hay nos das pa’ las caguas, Barrio”. Accedí gustoso y con el apoyo de muchos residentes, salía del charco. Avanzo hacia la calle, dispuesto a frenar para cumplir con mi parte del trato una vez que hubiera salido del charco. No me dieron tiempo de demostrar mi buena voluntad bajo el grito “agárrenlo, que se nos pela”. Me detengo. En mi cartera solo traía 100 pesos. Se acerca el líder y se los doy “no traigo más” dije. El hombre agradecido, pero entendiendo la situación me devuelve 50 pesos. Llego a una calle donde pasan camiones y patrullas y continúo mi descenso. Avanzo sin percances. Incluso, habiendo pasado ya por aquello y delatando mi completa foraneidad a la colonia, me atrevo preguntarle a un civil por la calle Ocho de julio. “A dos cuadras” ¡Cuánto agradecería llegar a una calle plana!

Hasta aquí mi experiencia, que me costó tan solo cincuenta pesos pagados con gusto. El resto es el trayecto a casa de Josean y Luisfer (otro) bajo los acordes de Pink Floyd con su progresivo Shine on you crazy diamond, a todo volumen, con los vidrios arriba y el seguro puesto.

miércoles, 23 de julio de 2008

Massiosare el extraño enemigo

Encontré una definición de Masiosare, -aquel extraño enemigo- que lo hace mejor que lo que yo lo hago normalmente. El señor Zunzunegui, lo pone como el mal que ataca a los mexicanos y que ahora atacó a Hugo Sánchez, les dejo el link para que lo lean directamente de él (http://cavernadezunzu.tripod.com/id162.html). Aquí mi post se divide en dos: en lo que le pasó a Hugo Sánchez y quién es el señor Massiosare.

Concuerdo con Mr. “Zunzu” que Hugo no puede hablar, debería cerrar la bocota y decir “si, la cagué” . (¡PUNTO! Para los que no hayan visto el diminuto trazo). Pero el hecho de que se quede callado no quiere decir que lo que dijo Hugo no fue cierto: que la directiva debió de darle más apoyo. Sí y la riqueza se debió repartir mejor, y LeidiDi no debió haber muerto, y las divorciadas se deberían haber puesto mas lolas. No hay pretextos, la culpa es de Hugo y que se calle.

Y también pienso que ahora que nuestro director técnico es un sueco y ahora que la selección esta del nabo cuando tienen a los campeones sub17; ahora sí con la tempestad encima aguevo los directivos se hincan. Es decir: ahora sí, le están dando el apoyo que se merece. Puede ser que Mr. Massiosare está haciendo influencias allí: para que a un sueco sí y a un mexicano no… cada quien decidirá si es malinchismo o como ya dije, la tempestad. Pero alguien como Hugo Sánchez no puede utilizar pretextos: con o sin apoyo de los directivos, México no irá a Beijing y que le haga como quiera.

Y volviendo a Massiosare, yo lo escribo con doble ese porque cuando lo leí me di cuenta que llevaba dos eses, ha de ser italiano o francés, de donde sea, pero es bien cabrón. Lo que sí, es que como dice “Zunzu”, Masiosare (con una ese porque viene de la definición de él) es “el extraño enemigo de los mexicanos; ese del que tanto hemos hablado que conspira contra nuestra pobre patria, nos deja fuera de los clavados y la caminata en las olimpiadas, nos hace ser pobres, saboteó el concurso de Miss Universo y es, en realidad, el verdadero culpable de que el “TRI” no calificara a las olimpiadas (Zunzunegui, 2008).” Con una ese o con dos eses, yo ya me cansé de estar echando heces. Pero aguas con Massiosare, te estará vigilando.

miércoles, 16 de julio de 2008

Nadada

Llegué a las 9h30 a la presa de Valencia (tambiebn conocida como presa de Hurtado) al registro para que me tatuaran mi numerote. Después estuve esperando la salida con la tradicional tripa doblada de nervios y emoción, a ratos dizque calentaba y todo esto acompañado de mis papás. Allá me encontré al resto del equipo del Atlas Colomos: Sonia, su hijo y Angélica. Total que después de un rato nos llamaron a todos, la verdad éramos pocos en comparación con los de Santamaría, pero yo era el numero 285, así que en realidad no éramos tan poquitos. Sonó el balazo y todos corrimos al agua cual ratas huyendo del fuego, después del chapuzón comenzaron las brazadas que no habrían de detenerse por los siguientes 67 minutos.

El agua estaba rica, frillona, pero después de cinco minutos me templé. Mis brazos seguían el compás de la música de artistas diversos seleccionados para tal ocasión. Y mi ritmo se veía acelerado solo cuando ciertas melodías entraban a mi sistema nervioso, en especial dos canciones, una interpretada por los 10,000 maniacs cercana al final de la primera parte. Ya con el paso agarrado, continué avanzando constantemente, y así sorteé los oleajes de la mitad del recorrido por las nuevas energías aparecidas de la canción de los maniacos. Así avancé hasta cercana la meta cuando Chris Martin me deleitaba con su más reciente producción de su Viva la Vida. Disco emotivo porque mi hermano Juan lo compró en Irlanda y unió la memoria sonora con la emocional. Dotado de energías que creí no tener apreté el ritmo y en ese “sprint” final deje atrás a seis rivales.

A pesar de haber hecho un mejor esfuerzo, mi tiempo se vio incrementado en siete minutos. Con este aire de decepción espere los resultados oficiales acompañado de unos deliciosos camarones al mojo de ajo. ¡Cuan equivocado estaba en estar decepcionado! Luego descubriría que ésta prueba fue más difícil que su similar anterior en Santa María del Oro. Sin embargo, cabizbajo por mi tiempo no oficial, estaba radiante de gusto; en parte por las endorfinas del deporte y en parte por haber concluido una prueba más habiendo dado lo mejor de mí.

Por cuestiones logísticas -llevar a mis papás al aeropuerto-, me retiré del lugar, habiendo consignado previamente a mi primate amigo (Roberto “el Chango” Dávila) a notificarme del resultado oficial. ¡Qué agradable sería mi sorpresa cuando el SMS de mi camarada me indicara que había acreditado el tercer sitio! Eufórico planteé la posibilidad de regresar, pero por cuestiones de tiempo me era imposible, de todos modos el Chango me guardaría el trofeo.

Tras dos horas de júbilo, le llamé para constatar los hechos, pero me entrego la mala noticia: Me desplazaron al cuarto sitio por un error de los organizadores en la publicación de los tiempos. Una hora después de haber computado los tiempos oficiales, se les ocurrió reportar un nuevo primer lugar, despojándome así del podium ¡Grandísima decepción! Pero no será sino una barrera en mi afán de llegar cada vez más adelante.