jueves, 30 de junio de 2011

Viejito y perrito

Parte de mi helvetización implica tomar el tren a la misma hora todos los días. 7.16 sin fallo, estoy montado cada día en el interRegio. Al llegar a mi destino camino invariablemente 9 minutos 34 segundos hasta la maquina de checar. Para reforzar la helvética noción de la rígida rutina, en esos 9’34 minutos me cruzo -casi sin falta- con un viejito y su perrito.

No es que sea adepto a los diminutivos pero si no me refiriera a esa persona como viejito, y usara un término lingüísticamente más correcto como anciano, en mi mexicanidad se podría interpretar como término hostil o bien no representar la edad de la persona. Todo mundo sabe qué tan viejo es un viejito pero no es tan fácil saber con cuantos años cuenta un adulto mayor o alguien senil. Bueno y perrito porque es un perrito, algo así como un salchicha-chihuahua. Horrendo si he de añadir (me refiero al perro).

Total, viejito y perrito pasean en mi camino. Cada mañana le dedico (me refiero al viejito) un Guete Morge! Hace nueve meses se sorprendía cada vez que yo, un completo desconocido, le dedicaba mi ¡Buenos días! Ahora ya no, ahora hasta me contesta incluso antes de que termine mi frase.

Me pregunto si soy el único que le dirige la palabra en su paseo diario. Me pregunto también si le genera algún sentimiento. Pero me pregunto con más intriga si dentro de dos semanas se preguntará ¿qué habrá pasado con ese chavo que me deseaba los buenos días?

martes, 7 de junio de 2011

Arctic Monkeys vs Pink Floyd

It seems to me that these two songs show an enormous resemblance. Judge it yourself, at least the first seconds of each.



I will not state who’s copying whom because I do not believe this is a case of plagiarism. Nothing, absolutely nothing in this life—and especially in music—is 100% original. Furthermore, judging by Love Is A Laserquest's lyrics I'm pretty positive the Monkeys are much aware of this likeness.


Jeez! What a surprise, the Arctic Monkeys found inspiration on Pink Floyd, oh my god my world is crumbling down (not). Like the time Muse got inspired for Unnatural Selection by ABBA’s Take a Chance on Me.

viernes, 3 de junio de 2011

Auffahrt

Pues ayer se celebró la Auffahrt en Suiza ¿Que qué significa eso? Literalmente significa la subida pero en términos religiosos es—creo—La Ascensión. Con gusto honré aquel santo, deidad, perro o lo que sea que haya ascendido, como se debe: me levanté hasta que la cama me expulsó a patadas, vi la trilogía—eso es: las primeras tres películas—de los X-Men y fui a nadar. Terrible idea. Creo que queda claro cuál de las tres es la mala idea porque dormir siempre es buena idea, ídem para todo lo relacionado con los mutantes, y bueno… nadar siempre es también una buena idea. Excepto en fiestas públicas en albercas públicas.

Después de casi dos años de entrenamiento me atreví a checar si estaba, o no, abierto mi pequeño Chimulco. No debí haberme preocupado. No solo estaba abiertísimo, sino que lo estaba y hasta su pinche madre reventar. Pero eso no lo sabe uno hasta que está rasguñando la superficie. Y pues ya estaba ahí, ya hasta había vencido a los demonios de la huevacueva. Total a pesar de las abundantes boyas de carne (llámese niños) decidí saltar.

¡Cristo Rey de la Ascensión! El líquido que debiera ser translúcido parecía más bien una suspensión blanquecina de humores multiculturales aderezada de productos corporales de indeterminada procedencia. Ya qué. Decidí ejercer mi control mental y continuar con mi tercer día de terapia antitabaco. A duras penas, y nomás por aguantarme la vergüenza, alcancé mi—modesto (dadas las circunstancias)—objetivo de 1000 m. Y salí disparado… a la segunda alberca.

Digo si me he de contagiar de 30 especies diferentes de portobellos, qué por lo menos valga la pena. Ahí voy al “Wellnessbad” con la ilusión de que el agua termal purifique en vez de producir una sopa. Como era de esperarse las piscinas que ofrecen chorros a presión y camas de burbujas hervían de pueblo. Escogí un rincón, observé y así es como nació este post.

A mi lado izquierdo están las tres señoritas (dignas de verse) con acento de acá pero rasgos de quiénsabedónde. Enfrente de mí están las lesbianitas que se besan (por “lesbianitas” léase cuarentonas, embarnecidas y un tanto machorras) y a la derecha el chulo piscinas, con su séquito machos beta. Parece que esta jauría dedica sus días al gimnasio, y a demostrar en su fortísimo acento yugoslavo quien emite más testosterona. De pronto pasa el trío de hispanas mulatas; más morenas que morenas, pero menos que negras. Constato que eran hispanas porque no hacían el menor intento de moderar los decibeles.

En ellas también había una líder, quién para pronto—y propagando sus intenciones en nuestro idioma—aun viendo que los camastros burbujeantes estaban llenos, se agandalló (a base de empujar sus 200 kilos de carnes) una plaza en el codiciado lugar. Obviamente los previos ocupantes protestaron por la violación a su espacio vital. No obstante, la mulata mayor convidaba de su recién adquirida plaza a sus compañeras:

--¿A cómo de que no? ¡vengan, que aquí caben le’ digo!—una de sus compañeras se une al agandalle; la otra (la bonita) se abstiene.
--Pero si ya ’sta lleno—le contesta con su adorable acento y se queda afuera.
--¡Que no! te digo que aquí no’ apretamos—Contesta la líder mientras menea sus sentaderas para hacer espacio; nótese que al menear las sentaderas se menean también sus proporcionales tetas.

Sin saber a dónde hacerse, esta mujer voltea a todos lados. Durante la confusión uno de la pandilla de galanes pospubertos de la exyugoslavia sale expulsado a presión mientras se pelea a gritos con la corporal mujer, quien contesta gritando y se dan cuerda uno a otro. Aprovechando la distracción, el líder de los niños de cobre (los mismos pospubertos hijos del gimnasio) se dirige a la latina que no se unió al agandalle:
--¿qué también tu quieres un masaje?—le pregunta pavonéandose con un acentuado alemán.
A lo que por respuesta obtuvo una merecida mueca.

La respuesta del público a todo esto fue una unánime carcajada; mía, de las chicas de indeterminada procedencia, de las lesbianitas y de todos los demás bañistas. Por más primermundista que esté este país, a un día feriado en la alberca comunal lo único que le falta es estar en un libro de ¿Dónde esta Wally?