Estando en mi nueva ciudad he aprovechado para reencontrarme con familiares con los que hace tiempo no convivía. Mi único contacto aquí es una pareja, su hijo y la Abue. Su hijo a sus 8 años es víctima de Disney. Gozoso ha entregado su cerebro y se ha rendido ante los parámetros que marca el ratoncito mercadólogo.
Siento que me extiendo mucho cuando escribo, así que trataré de acortar esto. Tampoco quiero dedicarle mucho a semejante bazofia, mismamente enumero los principales defectos, porque si no los selecciono no acabo nunca. No tiene trama, por lo menos me esperaba algo de emoción para niños. Los mariquitas esos no tienen un gramo de talento, presentan dizque un concierto pero lo hacen tan mal que están desconectados del público (acarreado para la filmación) y de la película. El recurso 3D está totalmente desaprovechado. Y para colmo llevan a unas invitadas que ni siquiera están bonitas, pinches niñas flacas y una de plano fea.
Hay una escena que sí me sacó una carcajadita. Una horda de niñas prepubertas corren detrás de los tres hermanos, pero los muy jotos les huyen a las niñas como si fueran zombies en Resident Evil ¡Ay no una niña, fuchi, qué asco! Eran tantas las viejas y con tanto afán les huían que no pude evitar reírme muy al pesar de las fanáticas de la fila de atrás que entonaban sus desagradables gritos agudos cual pito para entrenar perros.
Pero lo que más me decepcionó fue que no venden chelas en cinépolis, ni ningún medio de evadir la realidad. Desesperado me salí a media película a buscar un poquito de alcohol pero sin éxito. Deberían poner un servicio de bar para los pobres papás que tienen que soportar esto cada vez que la mercadotecnia de Disney se apodera del intelecto maleable de los menores.
jueves, 12 de marzo de 2009
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