Desde hace tiempo, cuando me dieron por fin mi cheque atrasadísimo dije que con la lana que me dieran me compraría un juego de x-box y unos Converse. Del juego de x-box desistí y seguiré desistiendo porque los precios son abusivos ¡$1200 por Street Fighter 4! Eso es un robo. Y también un robo es el precio que pone Liverpool a los productos… mercancías… ¡tenis! (detesto las dos primeras palabras pero creo que eso es cosa para otro post). Así que cuando vi que mis queridos almacenes británicos los ofrecían a un tostón ($500) decidí no comprarlos… en esas tiendas.
Ayer en mi minúsculo tiempo libre (no es tan chiquito pero siempre sería bueno tener más) fui al cine a ver la nueva película de Guy Ritchie, Rockanrolla. Que por cierto está buenísima. Siempre me pone de buenas ver el underworld británico -nada que ver con las tiendas Liverpool. Además ahora en esta sale Gerard Butler, que me cae rete bien con su acento chistoso; además que le crees perfecto su papel de torpe bandido, aún después de haber hecho al muy cursi de posdata: te amo; y al musculoso 1 (no se cómo se llamaba pero si eran 300 él era el uno). Caso curioso ahora su personaje se llama One-Two. Pero lo camaleónico del actor no hace la peli. Lo bueno, lo bueno, es la buenísima negrita fresa. Que a mí se me figuró a Victoria Beckham –aplicándole el Pantone, por supuesto- Posh Spice, y para colmo en la película se refieren a ella como la “posh girl” (chica fresa) ¡otra coincidencia? El caso es que esta re-buena.
¿En qué estaba? Ah si, en la ida al cine. La película empezaba 30 minutos después de la compra del boleto. Así que me puse a bobear y entré a una tienda de tenis. Los vi y se me hicieron carísimo nuevamente: $480. Pero decidí que para este gustito habrá que medir el precio en la magnitud de mi deseo por él. O sea, no debo comprar lo que esté dispuesto a pagar, sino que debo estar dispuesto a pagar tanto como desee la cosa esa que quiero comprar. Ya resuelto me dieron la noticia que tenía descuento ¡Qué mejor! Ahora no quiero los tenis $480 pesos sino que ahora los deseo por $415.
Me habían advertido que la primera vez que te calzas unos Converse es un choque cultural. Lo fue. Sentí que se veían horribles, como unos tamalotes. Pero tres pasos me hicieron entrar en razón. Después me sentí jipi vagando por el tianguis cultural. Luego me sentí como un amigo al que seguido leo, y luego me sentí normal. Ya con eso me gustaron mis tenis de suela plana. Hambriento por todas mis compras (me tardé sin exagerar 8 minutos desde que entré a la tienda) me fui a la conglomeración de comida chatarra e ingerí del restaurante que estaba abierto.
Así ya con mis Converse nuevecitos y la barriga llena me entregué a los servicios de esparcimiento que no pienso dejar y que fueron una de mis propuestas cuando recibí el cheque: Comprar un juego de x-box, unos Converse, y lo más importante derrochar el dinero en hacer del paso por esta vida más agradable. Ya quedamos en que deseché una, pero las películas violentas, la comida deliciosa, los conciertos (incluye sus derivados) y si de vez en cuando se puede me entregaré a lo material, como con mis nuevos tenis.
Ayer en mi minúsculo tiempo libre (no es tan chiquito pero siempre sería bueno tener más) fui al cine a ver la nueva película de Guy Ritchie, Rockanrolla. Que por cierto está buenísima. Siempre me pone de buenas ver el underworld británico -nada que ver con las tiendas Liverpool. Además ahora en esta sale Gerard Butler, que me cae rete bien con su acento chistoso; además que le crees perfecto su papel de torpe bandido, aún después de haber hecho al muy cursi de posdata: te amo; y al musculoso 1 (no se cómo se llamaba pero si eran 300 él era el uno). Caso curioso ahora su personaje se llama One-Two. Pero lo camaleónico del actor no hace la peli. Lo bueno, lo bueno, es la buenísima negrita fresa. Que a mí se me figuró a Victoria Beckham –aplicándole el Pantone, por supuesto- Posh Spice, y para colmo en la película se refieren a ella como la “posh girl” (chica fresa) ¡otra coincidencia? El caso es que esta re-buena.
¿En qué estaba? Ah si, en la ida al cine. La película empezaba 30 minutos después de la compra del boleto. Así que me puse a bobear y entré a una tienda de tenis. Los vi y se me hicieron carísimo nuevamente: $480. Pero decidí que para este gustito habrá que medir el precio en la magnitud de mi deseo por él. O sea, no debo comprar lo que esté dispuesto a pagar, sino que debo estar dispuesto a pagar tanto como desee la cosa esa que quiero comprar. Ya resuelto me dieron la noticia que tenía descuento ¡Qué mejor! Ahora no quiero los tenis $480 pesos sino que ahora los deseo por $415.
Me habían advertido que la primera vez que te calzas unos Converse es un choque cultural. Lo fue. Sentí que se veían horribles, como unos tamalotes. Pero tres pasos me hicieron entrar en razón. Después me sentí jipi vagando por el tianguis cultural. Luego me sentí como un amigo al que seguido leo, y luego me sentí normal. Ya con eso me gustaron mis tenis de suela plana. Hambriento por todas mis compras (me tardé sin exagerar 8 minutos desde que entré a la tienda) me fui a la conglomeración de comida chatarra e ingerí del restaurante que estaba abierto.
Así ya con mis Converse nuevecitos y la barriga llena me entregué a los servicios de esparcimiento que no pienso dejar y que fueron una de mis propuestas cuando recibí el cheque: Comprar un juego de x-box, unos Converse, y lo más importante derrochar el dinero en hacer del paso por esta vida más agradable. Ya quedamos en que deseché una, pero las películas violentas, la comida deliciosa, los conciertos (incluye sus derivados) y si de vez en cuando se puede me entregaré a lo material, como con mis nuevos tenis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario