martes, 14 de octubre de 2008

Montreal. Capitulo VI

Hace buen tiempo que no escribo, he tenido mis razones. Desde la vez pasada que expliqué mi antiguo trabajo han pasado muchas cosas, ahora tengo otro trabajo, más divertido y mejor pagado; y además ya estoy en las últimas de esta estancia en Montreal. Tampoco les he contado el viaje que hice con Andrés y los caicos y mi estancia con Adriana y Tim. Como al mal paso darle prisa, empieza otro fragmento de esta historia.

Me puse de acuerdo con Andrés en que el vendría a buscarme a mi casa. En vista de que yo no tengo teléfono y ellos no sabían dónde iban a parar en Montreal, mi casa era el punto fijo más accesible para todos. Ese martes no trabajé y me quedé a esperarlos. Antes del mediodía ya estaban aquí. Aprovecharon para darse un baño, comer y conversar un rato y en la tarde fuimos al festival de la risa. A Osvaldo y Zaida se nos dificultó verlos porque estaban en el condominio, lamentablemente Andrés tendrá que aguantar duramente hasta poder saludarlos de nuevo. Para el final del día ya me había unido a la excursión, los convencí de ver los fuegos artificiales de La Ronde (Six Flags), y luego partimos hacia la capital. 

Como siempre Ottawa estuvo muy bonita pero un tanto aburrida. Las actividades se nos acabaron después de visitar la colina del parlamento, las reclusas, la tumba del soldado anónimo, y un “mall”. En el parlamento nos tomamos la ya tradicional foto con el nombre de Nunez, O. inscrito en la placa de la 35ta legislatura. Las reclusas, no son más que unas barreras móviles que son inundadas consecutivamente para dar paso a los barcos, muy al estilo del canal de Panamá pero en chiquito. En la tumba del soldado anónimo solo hay una tumba simbólica custodiada por dos soldados muy británicos impasibles. Ahí como todos los turistas comprobamos que no se mueven por casi nada. Menudo susto se llevó “el Feto” cuando coincidió que los soldados cambiaron de guardia justo al momento de hacer alguna payasada. Pensó que los soldados habían sido ofendidos, pero ellos, haciendo caso omiso del excursionista continuaron sus labores normalmente. Dieron unos pasos y continuaron en su importantísima labor de estar parados. 

Después de Ottawa emprendimos camino a la ciudad más poblada de Canadá. Vimos por afuera la Torre CN, fuimos a la Co-Op (la tienda de cosas para la montaña) y fijé una cita con Adriana. Comimos Andrés y yo con ella, pero como yo quería ir a las cataratas de Niagara, me dio instrucciones para llegar de regreso a su casa y nos separarnos con la promesa de vernos más tarde. Continué con el CAIC hasta la frontera con EE.UU. para volver a ver caer ese masivo cuerpo de agua. Coincidió que el papá de otro excursionista, “el Chon” (apodo adquirido sin alusión a ropa interior sino a Shondube, su apellido), estaba en Toronto por negocios, por lo que rentó un auto y nos acompañó hasta las cataratas. Le pedí un aventón de regreso a Toronto y accedió con gusto. 
En el camino de regreso, para amenizar el camino surgió la conversación, y como Guadalajara es un rancho y con mis raíces de abolengo las conocencias no tardaron en aparecer. Mi mamá ha de haber hecho click con el puro apellido, pero para aquellos nacidos después de las olimpiadas del D.F. este señor Shondube estuvo casado con una de las mejores amigas de mi mamá, de esas que con las que mi mamá empieza sus historias “con Yoyo, Marcela y la Quiqui” ¿les suena? Bueno, pues el Sr. Shondube estuvo casado con Marcela. Ella es la que tuvo un terrible accidente donde pereció ella, su hija y que su hijo escapó la muerte por poco. Que además su hijo fue compañero de Xavi. ¿Ya? ¿Ora si me creen que no fue una coincidensucha más de este viaje? Pues el mismísimo Shondube me llevó a Toronto y entre otras cosas me hizo más barato mi viaje.

Ya en Toronto fui a casa de Adriana y Tim, me alimentaron, me bañé y me dieron hospedaje por un par de días. El día siguiente, un sábado, turisteamos por la ciudad y obviamente compré el libro de Harry Potter, ese mismo día tan esperado de su aparición en tiendas. Fui uno de los no-sé-cuantos millones de fanáticos alrededor del mundo que lo hizo. En la noche fui a un antro increíble, según esto catalogado como uno de los mejores 10 del mundo, se llama Guvernment. Coincidió que estuvo un muy buen DJ, sé que el nombre no les dice nada pero se trata del israelita Beni Benassi. Estaba más lleno de lo que nunca había visto un antro en mi vida. Y sí, papá tomé poquito alcohol, exactamente dos cubas en toda la noche ¡Javier, costaban seis dólares para que me creas! El día siguiente fuimos a visitar a la familia de Tim, todos muy buena gente. Fuimos a Stratford, un pueblito que está cerca de London… Ontario. Regresé a Montreal el lunes siguiente.  

Fui una vez más a la fábrica de cuadros, mi intención era seguir ahí pero en un golpe de suerte conseguí mi nueva “chamba”. Cuando pedí el trabajo, me preguntaron por mi permiso de trabajo, les contesté que estaba en trámite y que no debería tardar más de un mes. Accedieron a contratarme por un tiempo. Para evitar problemas más tarde y como solo me quedaban dos semanas en Montreal, decidí enfrentarlos de una vez y que supieran la verdad casi completa, así ya decidirían si contratarme o no. Me presenté como previsto en el restaurant y le dije a la dueña que me habían dado una beca en mi país y que ya no necesitaba trabajar en Canadá para pagar mis estudios. Si lo ven fríamente no es una mentira completa, podría considerar como si la institución “becas López Vergara y de Obeso” me diera la oportunidad en Guadalajara. En fin eso es nomás porque no me siento nada bien teniendo que mentir así por tonterías. Les dije que lo sentía pero que eran noticias recientes y que entendería si no quisieran contratarme más, tomando en cuenta que me contratarían de ilegal.
Esperando su respuesta muy a la expectativa, mi actual jefa empezó a hablar.
 -¿Pero sí puedes trabajar aunque sea los próximos 15 días? Así me permitirá un poco de tiempo para encontrar un remplazo -me preguntó la propietaria.
 –Sí, claro que puedo trabajar 15 días -contesté. 
– Entonces empiezas hoy, felicidades por tu beca, -dijo la propietaria, puso una expresión de agradecimiento y continuó-. Por lo menos viniste a avisarnos, es un buen gesto, ya te pagaremos en dinero, pasa.
Y comencé mi nuevo trabajo.

¿En qué consiste mi nuevo trabajo? El puesto se llama “plongeur et commis-débarasseur”. La “plonge” es la tina donde se lavan los platos y demás, así que “plongeur” significa lavaplatos. La segunda parte del puesto significa pinchi recogedor, es verdad, pinchi recogedor, aquí el pinchi no es un menospreciativo sino un ayudante de cocinero. En cristiano significa “garrotero”. Pero sigue la incógnita ¿qué hago? –lavo platos y recojo las mesas-. El restaurante se llama le commensale y es de comida vegetariana. Este trabajo me cayó perfecto: gano mejor que en el otro, es menos pesado, estoy haciendo amigos, tengo contacto con los clientes (aunque ya los empiezo a odiar) y practico el más puro québequois.

Como se dan cuenta pasan mucho más cosas cuando uno viaja que cuando uno trabaja y vive una rutina, es por eso que este capítulo, aunque larguísimo, solo le dedique un par de párrafos a mi rutina actual y lo demás a los viajes ¿O qué, prefieren que les cuente: “ayer vi una película y comí arroz”? Por otro lado, esta rutina ya está a punto de acabárseme y el próximo domingo 12 de agosto a las 12h53 del mediodía debería estar llegando al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de Guadalajara.

Montreal, Canadá, 6 de Agosto de 2007

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