viernes, 23 de julio de 2010

En el avión

Pues ya voy de regreso –no sin congoja- a mi actual Suiza. Después de un provechoso mes de vacaciones, lluvioso, lleno de mosquitos, de amigos y de buena vibra.

Tengo que escribir porque quiero sacar algo de la frustración de este maldito vuelo. Hay trescientos bebés chillando –quizás solo sea un par--, los asientos son humillantemente pequeños y eso que no estoy gordo (¿!oíste Papanatas!?), no tengo sueño, e incluso escribir es incomodo porque me veo forzado a tener los codos pegados al tronco.

Tendré que rogarle a mi batería que me aguante por lo menos un par de episodios de Lost pa matar algo de la monserguita. Y me vale si la luz de la lap incomoda cualquiera de las pasajeras a mis sendos lados.

De ahí en más espero que este mes se la hayan pasado igual que bien, y como siempre me quedo con el remordimiento de aquellos a quienes no ví tanto. Ni modo nos pondremos al corriente en diciembre. Ya falta poco.

Pd, jubilaos, tenéis el privilegio de leer la primera creación de mi nueva herramienta de trabajo, mi shiny Satellite.

1 comentario:

George dijo...

Jajaja verde, 12 horas de vuelo con niños llorando, yo me hubiera vuelto loco jaja.

Que bueno que veniste a Guanatos