Tengo muy olvidado el hábito de escribir. Desde que empecé a trabajar se me quitaron las ganas. Primero porque si estoy en la oficina y vivo pegado al monitor lo que menos se me antoja es llegar a mi casa a seguir pegado al monitor. Por esa razón no juego War Craft y ya superé mi adicción al Civilization. Y la sustituí por otra más sana: el Wii. Tampoco es cierto: ni es una adicción más sana ni se me ha logrado hacer adicción. Pero tengo tiempo esporádico que quiero dedicar a los videojuegos. Y ayer hice un buen intento bajo la recomendación de un juego prometedor.
Hice todo lo legalmente aceptado que pude. Como no quiero comprar piratería fui a rentarlo a Blockbuster. Ahí voy con mi flamante comprobante de domicilio a plaza Pozuelos. Después del interrogatorio me aprobaron, y me invitaron a ver su catalogo. Ahí estaba, dos copias, en el aparador: The Force Unleashed para Wii. Tomé la caja y todavía me di el tiempo de pasear por la tienda. Cuál será mi frustración de novato cuando llegué al mostrador con la caja del juego y el empleado me indicó que hay que tomar la caja que está detrás de la portada. Avergonzado por mi error de novato en Blockbuster regresé al estante para descubrir –y agrandar mi frustración- porque ninguna de las dos copias tenia la cajita negra atrás ¡Y para colmo los lunes están al dos por uno los videojuegos! Derrotado me regresé a mi casa a salvo de caer en la adicción de los videojuegos.
En vez me puse a leer mi antigua copia de Jurassic Park y resulta que ahí sí me hice adicto, por lo menos por un rato hasta que me ganó el sueño. Pero no sin antes haber sentido el caliente aliento del tiranosaurio cuando se acerca al doctor Grant y de pura chiripa no se lo come porque no lo vió (los dinosaurios no ven si la presa no se mueve y el paleontólogo estaba paralizado de miedo). Lástima que de ese autor de bestsellers, creador de adicciones, no volveremos a ver nada más.
Michael Crichton murió el martes pasado a causa de un terrible cáncer, a tres días de haber empezado mi copia de Jurassic Park. Obviamente no creo que haya una conexión entre mi inicio de su libro y el fin de su vida. Pero vaya que me sorprendió cuando el Joe me dijo que se había muerto. Claro, entre avionazos y elecciones quién habría de poner atención en la muerte de un escritor ¡Qué descanse en paz! (qué no lo estén esperando sus velociraptors al llegar al cielo porque lo pasaría mal). Y aunque no veremos más de él, ya tiene un buen repertorio: State of Fear, Prey, The Andromeda Strain, y varios más; si no te suena ninguno de estos libros de todos modos seguro que has visto E.R. Y estoy seguro, que quien lo lea –o quien lo vea- muy probablemente se haga adicto, ahora sí de una adicción sana.
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