El mayor componente son los posts, que me gusta clasificarlos dentro del genero ensayo literario ultra breve. Por la naturaleza de la publicación están planeados para que duren una página, obviamente es flexible aunque trato de nunca pasarme de dos cuartillas. Si viajas al pasado de mis post verás que esta estructura se va dando sola, conforme fui descubriendo mi propio estilo. Claro, hay temas que dan para más y otros para menos, pero en esta generación—soy de la idea—que se deben mantener cortos porque ya la gente—casi—no lee libros, sino infinidad de contenidos cortos (por medio p.ej. de los RSS).
Visita blogs establecidos y verás delo que hablo, remarcables son Yoani Sánchez que sus posts de actualidad cubana son de ¾ de página (3-4 min) o del Profe Carranza, con posts también de ese tamaño (el tiene también la limitante de Mural, pero su columna también funcionan como posts). Yo no me quiero comparar con ellos, primero porque me queda grandísimo el saco y segundo porque mi objetivo con el blog es otro.
Regreso a mi caso, la columna vertebral del blog son estos ensayitos, pero por la libertad que da un blog a veces pongo las que yo bauticé como excepciones—videos y demás estupideces—y las noveletas, que son también mi pasión pero son mucho más difíciles de plasmar. Pero volviendo a los posts “normales” trato siempre de darle algo jocoso a la prosa.
Ese fue precisamente el gatillo de este post ¿cómo darle el toque jocoso a lo que uno escribe cuando uno no va bien? Cuando estoy triste me resguardo en mis letras y—casi siempre—me sale algo gracioso que logra subirme el ánimo ¿Pero qué hacer cuándo no estoy triste, sino estoy… digamos algo más grave? ¿Qué hacer cuando sé que estoy deprimido y no puedo salir del hoyo? Y me refiero no puedo salir del hoyo porque simplemente no está en mis manos.
Es esta angustia del no saber qué pasa. Que no contesten mis preguntas. De que ahora el plan B me parece inaceptable, pero los méndigos han alargado tanto tiempo la incertidumbre que ni siquiera el plan A, por el que tanto he estado peleando, me parece ya atractivo ¿Cómo hacer esta espera llevadera? ¿De verdad me merezco estar así en el limbo por tanto tiempo?
¿Qué demonios les cuesta mantenerme informado del proceso? Es un puto e-mail el que tienen que escribir. Cada minuto que pasa me carcome la conciencia. No me puedo concentrar, no puedo dedicarme a lo que debo. No sé si no han contestado porque la respuesta es buena y la están procesando, o si la respuesta es mala y no me quieren decir para que venza el plazo de apelación.
En fin, será en el próximo post—quizás—en el que te haga (ME haga) reír nuevamente. Por lo pronto me quedo—como lo he estado por los últimos treinta días—presionando continuamente el botón de Refrescar.
Epílogo.
La situación ya cambió, no te preocupes, ve mejor la cosa. Igual a veces también tanto drama refresca. Luego con más novedades, mi estado de ánimo cambiará—o empeorará, quién sabe—pero te mantendré informado.
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